viernes, 19 de septiembre de 2008


Hay que darse la vuelta. Es aconsejable situarse totalmente del revés los días pares y repetir esto mismo los impares. Si uno no es muy dado a las volteretas o las maniobras imposibles, puede solicitar ayuda en el teléfono que a continuación le ofrecemos en sus pantallas.Previamente usted habrá llenado los bolsillos de todas las cosas que le sobran o no hacen falta. Casi nada hace falta, o casi nada que entre en un bolsillo. De paso se aprovecha y se mete lo inservible, lo que quedó viejo, lo gastado, incluído el teléfono de aquel tipo que le mira raro desde la fila de atrás y que se insinúa de manera descarada, día sí, día también. Es necesario darse la vuelta como a un jersey antes de echar a lavar, perder la cabeza, vomitar incluso los miedos. Uno se queda mejor cuando caen al suelo los domingos trabajados y las declinaciones conjugadas a lo largo de toda una vida. Si usted es una mujer presumida, también dese la vuelta, deje caer las barras de carmín gastado. ¿Escucharon alguna vez el tintinear de un manojo de pesares?, ya lo creo que sí, suenan como llaves, pero son sólo eso: pesares. El caso es dejar un charco de pesares alrededor y perder la orientación, mirar al suelo desde la postura del murciélago, cuando los tejados quedan lejos y a desmano. El mosaico de baldosas bien descifrado es un pequeño mapamundi con señales que dicen que todo hay que tomarlo -que mirarlo- del revés, sólo hay que dejar que caigan las bolitas de naftalina y los billetes de lotería que nunca tuvieron premio, el contenido entero de una vida resumida en dos o tres capítulos pésimos.Conviene, eso sí, despedirse con elegancia de lo que a continuación desecharemos para siempre. Usted no volverá a ver las cosas del mismo modo.

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